Eres inevitable, inevitable es el hecho de quererte, quererte es el acto ilocutivo que se hace al pronunciar tu nombre, y tu nombre es la forma más perfecta de representar la belleza, porque no hay apelativo que este a la altura siquiera de tus tobillos.
Me inspiras tanto que a veces pienso en fumarte, inhalarte como inhalo los restos que se quedan en la cama después de que hagamos el amor, para que cuando te vayas, duelas menos. Eres omnipresente porque te veo en todos lados y aún no te conozco. Has llenado de color mis manos al juntarlas con las tuyas y éstas han dibujado un arcoiris en tu clítoris. Ha llovido sobre mojado y nos hemos quedado secas, porque el amor no está hecho a prueba de líquidos, como los aviones, por eso prohiben follar en los aeroplanos.
Te he visto llorar, tú que presumías de estoica y después, me he quitado la piel, como quién se desnuda por primera vez, y has visto que me falta el ventrículo derecho, que tengo el hígado hecho polvo y que se me cayeron los lagrimales de tanto llorar. Has visto todos mis miedos y les has dado un beso a cada uno ellos, has contemplado todos los gritos que nunca solté y los hemos dejado escapar chillando juntas, e incluso, has vislumbrado las cicatrices que me empeño en esconder y me has dicho que te mordiese, porque querías que tu primera cicatriz fuese mía. Has vuelto a mirarme y has sonreído porque entre pecho y pecho sólo estabas tú.
Me inspiras tanto que a veces pienso en fumarte, inhalarte como inhalo los restos que se quedan en la cama después de que hagamos el amor, para que cuando te vayas, duelas menos. Eres omnipresente porque te veo en todos lados y aún no te conozco. Has llenado de color mis manos al juntarlas con las tuyas y éstas han dibujado un arcoiris en tu clítoris. Ha llovido sobre mojado y nos hemos quedado secas, porque el amor no está hecho a prueba de líquidos, como los aviones, por eso prohiben follar en los aeroplanos.
Te he visto llorar, tú que presumías de estoica y después, me he quitado la piel, como quién se desnuda por primera vez, y has visto que me falta el ventrículo derecho, que tengo el hígado hecho polvo y que se me cayeron los lagrimales de tanto llorar. Has visto todos mis miedos y les has dado un beso a cada uno ellos, has contemplado todos los gritos que nunca solté y los hemos dejado escapar chillando juntas, e incluso, has vislumbrado las cicatrices que me empeño en esconder y me has dicho que te mordiese, porque querías que tu primera cicatriz fuese mía. Has vuelto a mirarme y has sonreído porque entre pecho y pecho sólo estabas tú.

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