sábado, 31 de mayo de 2014

El porno se inventó el día que te toqué un teta.

La "H" siempre fue la letra más desprestigiada del abecedario hasta que decidieron ponerla en tu nombre y desde entonces el resto la envidia. Desde que te conozco el trece es mi número de la suerte y a los grados que se me queda el cuerpo cuando te quitas las bragas. Y yo me pregunto, ¿qué haces que no estás en mi cama? Deja de intentar arrancarme unas palabras y quítame la ropa.

Te quiero porque eres demasiado buena para mí, la sonrisa que me salva del tiro entre ceja y ceja y el ritmo desacompasado de mi guitarra. Fuiste la contradicción más bonita que tenía en mi vida, el 95 el mejor año, yo que decía nunca y ahora mírame, perdiendo todo mi narcisismo por uno de tus rizos.

Se me hace raro, verte y no darte un beso. Dejaré de tentarte, de probar suerte, por si de casualidad se conjura el universo y vuelves. Cerraré la puerta a ese beso que nunca nos terminamos de dar. No te empañaré los cristales de las gafas, pero mi armónica seguirá haciéndole los coros a unas letras de las que eres musa y propietaria, los cuales se niegan a abandonarte porque dicen que eres demasiado preciosa y yo me hago la tonta, como si no lo supiese -y por eso no dejo de escribir sobre ti-.

Yo tenía nombre de reina y me convertí en niñata para que tú fueses a lo que yo renuncié.

Espero que ella te cuide bien
que folléis mucho,
y que yo pueda vivir con los celos.

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