Eran dos mujeres a las que no les hacían falta carta de presentación, de esas que seducen con orgullo, y creen hacer invisibles sus heridas si están en ropa interior. Niñatas que pensaban que el amor es un corazón herido a cañonazos al que le da miedo que le saquen a bailar y que prefirió morir ahogado entre mares y océanos de tequila, limón y sal. Artistas desconocidas que buscaban velero para navegar entre rascacielos contando historias que no son de nadie pero que dan cierta tregua para vivir un día más.
Dos electrones perdidos en un mundo hecho para protones, amantes de la física sólo por el puro placer de llevarle la contraria a su naturaleza. Ilustres filosofas que querían conquistar el mundo a golpe de espada con la misma la dulzura que tienen dos sonrisas de corsarias. Solían decir: "Si este mundo no está cuerdo, que más da dos locas más, si es una locura desvestida a la que sólo le quedan tanga y ligas".
Pequeños desastres hechos de mil manías que vivían en medio de una oscuridad infinita. Dos lunas incomprendidas que se perseguían a sí mismas en días de color gris monotonía. Maestras de la melancolía hecha a base de la fragilidad de un reflejo de obsidiana que no les hace justicia. Melodías con distintas notas pero con la misma sintonía, arte del perfecto cataclismo que no busca ser entendido sólo sentido.
Dos electrones perdidos en un mundo hecho para protones, amantes de la física sólo por el puro placer de llevarle la contraria a su naturaleza. Ilustres filosofas que querían conquistar el mundo a golpe de espada con la misma la dulzura que tienen dos sonrisas de corsarias. Solían decir: "Si este mundo no está cuerdo, que más da dos locas más, si es una locura desvestida a la que sólo le quedan tanga y ligas".
Pequeños desastres hechos de mil manías que vivían en medio de una oscuridad infinita. Dos lunas incomprendidas que se perseguían a sí mismas en días de color gris monotonía. Maestras de la melancolía hecha a base de la fragilidad de un reflejo de obsidiana que no les hace justicia. Melodías con distintas notas pero con la misma sintonía, arte del perfecto cataclismo que no busca ser entendido sólo sentido.
Fueron dos líneas que se cruzan, un vértice con forma de bala, cuyo resultado fue una herida de por de vida.

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