lunes, 30 de abril de 2018

Latente.

Invítame a un café que incita de nuevo a la guerra,
que te debo un beso de esos con los que comienzan
los grandes desastres
y a los que les siguen,
un profundo arrepentimiento fingido.

Me pueden las ganas de que vuelvas a ser mi herida
por no hablar,
de lo mucho que echo de menos
todas aquellas llamadas que acababan en corrida.
Malas costumbres de otra bala perdida...

Me hubiese gustado haberte declarado extinta
arrasarte a ti y a nuestros restos, mi más querida Troya.
A veces vuelve aquel olor a ceniza
y aún duelen tus promesas de locura en subjuntivo
Curiosa venganza la tuya, dejarme sin palabras.
Y más viniendo de ti.
Tú que siempre fuiste mi mejor obra.

Lo cierto es que aún te busco:
entre tinieblas
y distimia
porque esta felicidad no entiende de lágrimas,
y mi oscuridad siempre necesitó de la tuya.


Perdura aquel abrazo que unió nuestros abismos.
Y siguen aquí las heridas compartidas
las dudas etéreas y los silencios infinitos
que hoy te dicen: "ven, fúgate conmigo".




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