viernes, 15 de agosto de 2014

Cuatro cuadros y amor de garrafón.

A mi habitación le falta decoración, hace tiempo que se vistió de gris, a mi me sobra sudor, dos piernas de las cuatro que eran en mi sofá, el que decidimos bautizar como nuestro. Me estorban los pulmones, y  necesito branquias, porque no sé respirar en tu saliva desde que se congeló en pleno Agosto. Nunca Madrid me supo tanto a sal desde que me visitaste, tú que decías que compartíamos el mismo gris, la verdad creo que nunca tuve tanto color desde que mis ojos te desvistieron.

Nos enamoramos en siete días desafiando las leyes del tiempo, rompimos la barrera del sonido gritando en medio de una carcajada, destrozamos paredes, embistiéndonos, así, como bestias. Empeñadas, nosotras, torpes cazurras en que dos cuerpos pueden ser uno.  Siempre nos gustó mirar por encima del cielo, ir saltando de terraza en terraza, apostando a ver quien se caía primero.

Entendimos, que el verbo follar sólo quería ser amado, rompiendo así corazón con venas, porque las manos no entienden de vísceras reservadas para poetas. Tú me decías que yo, turbaba la paz de tus bragas, acusándome con adjetivos copulativos que se reproducen entre sí, y yo te acusaba de atarme a ti con hilos invisibles para moverme a tu son, en la cama y en la sin razón.

Te ves más guapa desde que no tenemos nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario